sábado, 29 de junio de 2013

Columna: Los RPGs como reflejo de vida


Sobre cómo los videojuegos nos confrontan ante la realidad y nos ayudan a sanar, en lugar de sólo fomentar el escapismo.     

¿Por qué jugamos videojuegos? ¿Alguna vez se han hecho esa pregunta, que parece tan simple y obvia? 

Yo, al menos, nunca me la había hecho con tanta rotundidad sino hasta hace unos pocos años, cuando me dediqué a escarbar en mí en busca de aquello que sólo los videojuegos me podían entregar. Este cuestionamiento y puesta en escena de una pregunta como ésta surgió ante un motivo particular: mi escaso tiempo ahora que me he integrado —más o menos— a lo que se conoce como vida adulta. Entre el trabajo, la supervivencia y la escritura de mis proyectos personales ya casi no me quedan horas para sentarme ante un videojuego como antes (ni, de hecho, para actualizar este sitio muy seguido). 

Sí, es cierto que a veces, sobre todo en momentos de estrés o desesperación, juego Super Buster Bros, Super Punch Out! o hasta al Stepmania. Pero los motivos por los que acudo a estos juegos son muy distintos a aquellos que, entre otras cosas, me llevaron a iniciar este blog. Con los juegos aludidos anteriormente, busco divertirme, distraerme, pasar un rato agradable. Es la esencia tradicional de un videojuego, ¿no? El ludismo, la necesidad del ser humano de entretenerse. Similar al goce por la lectura, se dijera, que está a tan mal traer en los planes escolares y en la mentalidad de las personas, como mencionara en la presentación de este sitio

Pero hay algo más. Ahora que estoy tan escasa de tiempo, echo muchísimo de menos, igual a como echo de menos tenderme en la cama a leerme 200 páginas de un tirón de un libro que me guste, el hecho de tenderme en esa misma cama a echarme 3 horas seguidas en uno de los RPGs de mis amores. Recuerdo con nitidez algunas de mis experiencias más memorables, por el grado de inmersión que me provocaron en su oportunidad: el enfrentamiento contra Yaridovich en Super Mario RPG, el rostro iluminado de Aeris al inicio de Final Fantasy 7, la puñalada a Kid en Chrono Cross, el primer par de horas de Final Fantasy 9... ¡En fin! Tantos episodios que podrían llenar párrafos enteros de nostalgia. 

El punto es el siguiente: la inmersión de la que hablo no tiene que ver con esta distracción aludida anteriormente. No me estoy distrayendo en realidad: estoy contemplando mis propias experiencias de vida bajo la forma de una narrativa audiovisual. Pero, a la vez, es más que eso: mis acciones y decisiones a través de un joystick o teclado hacen progresar esta narrativa, haciéndome partícipe de una historia a un nivel quizá aún mayor que el que podría alcanzarse en la literatura convencional. 

He pensado mucho en esto también a propósito del lanzamiento de Cuentos Chilenos de Fantasía: Antología 2010-2012, compilación de relatos de Fantasía Austral. En su presentación, tuve que hablar cómo me había iniciado en la Fantasía en general, antes de abocarme a la Fantasía en la literatura, por lo que naturalmente tuve que volver sobre mis pasos como videojugadora. En ese viaje al pasado, recordé de pronto hasta qué punto los videojuegos, y en especial los RPGs, me habían fascinado por algo más que por darme horas y horas y horas de entretención: por su capacidad de reflejar mi propia existencia en sus conflictos y argumentos, a un nivel que rara vez encontraba incluso en los libros.

Y recordé entonces, casi de golpe, en este período particularmente complicado de mi vida, hasta qué punto estas historias habían ayudado a formarme como la mujer que soy hoy (para bien y para mal). En el fondo, asumí al fin, lo que echo de menos de poder tenderme a jugar RPGs no es sólo pasarlo bien, porque puedo pasarlo bien de muchas formas distintas, sino sumergirme estas historias para encontrar en ellas el reflejo de mis vivencias y así regresar a mi realidad con una visión distinta de lo que estoy pasando. Exactamente la misma razón por la que leo y escribo, sólo que desde otro soporte. Las historias son mi razón de mi vida, podría decirse. 

Casi como una confluencia de factores, buscando algo que ya no recuerdo pero que tenía que ver con RPGs y, por extensión, con mis propósitos de reflotar La Narrativa de los RPGs, di con una columna tremendamente visceral sobre Final Fantasy 6 que expresaba casi lo mismo que he explicado en estas líneas, a partir de un testimonio personal que en muchos puntos se acercaba a lo que yo había vivido alguna vez

El texto me impactó mucho. Me hizo rememorar que, aunque estaba completamente sola en este Viaje y que seguramente siempre lo estaría, había otras personas dispersas en el mundo que se sentían o habían sentido como yo, aunque nunca fuera a conocerlas ni ellas a mí. Casi como leer a un escritor ya fallecido y emocionarte con un texto que fue escrito antes de que nacieras. Por este motivo, quisiera compartir acá la traducción que hice de esta columna de Chad Concelmo, ex miembro del sitio Destructoid. Quizá se sienta rara en su lectura porque intenté, dentro de lo posible, mantenerme fiel a la expresión de su autor, preservando reiteraciones y construcciones que no quedan del todo bien en español, pero supongo que se entenderá en su esencia. 

Sólo quisiera terminar esta extensa introducción señalando que, cuando alguien es capaz de escribir lo que escribió Chad, me siento más tranquila dentro de mi soledad. Casi feliz... y orgullosa de jugar videojuegos. 

Oh, mi héroe [*] 

—Por Chad Concelmo [**]

»Este es el artículo más personal que he escrito para Destructoid

»Al principio, me sentía nervioso por compartir tanto de mi vida. 
Pero entonces comprendí que esta es una historia que realmente quería contar. Pensé que si esta experiencia tan personal podía inspirar al menos a una persona o ayudar a hacerle la vida mejor a alguien, valdría la pena.

»Esta es una historia sobre una parte muy confusa de mi vida y sobre cómo un videojuego en particular cambió por completo todo para mejor.

»Este es una historia sobre cómo Final Fantasy VI salvó mi vida. Es difícil creer por mi personalidad ridículamente optimista, pero solía ser un niño increíblemente tímido. Tenía algunos amigos cuando era muy joven, pero cuando llegué a la enseñanza media, era una persona solitaria. Me quedaba en mi pieza y hacía dos cosas: dibujar imágenes de montañas rusas y jugar videojuegos. Esas eran las dos únicas actividades que me hacían feliz.

»No tuve una infancia particularmente triste ni nada de eso. Hay muchos niños que en verdad pasan por cosas difíciles. Yo tuve excelentes padres, fui a una buena escuela y obtenía calificaciones muy buenas. Tan sólo era muy callado y realmente no tenía ningún amigo.

»Pero, fuera de esto, sabía que algo más estaba pasando en mí. Había algo que me confundía y que no podía entender.

»Luego de pasar por la enseñanza media, empecé la universidad. Realmente quería ser un diseñador de montañas rusas, así que fui a una universidad de gran prestigio en mi estado natal de Carolina del Norte.

»Estaba nervioso de empezar la universidad, como todos, pero sabía que mientras tuviera mi croquera y mi Super Nintendo, estaría bien.

»La universidad fue un mundo completamente diferente para mí. Tenía que ser más sociable. Tenía que interactuar con un grupo gigante de gente que nunca antes había frecuentado a un nivel con el que no me sentía cómodo.

»Pero salí del paso. Hice lo que tenía que hacer. Asistí a mis cátedras, tomé notas y pasé el rato con un pequeño grupo de personas muy agradables en el almuerzo o entre clases.

»Cuando estaba en mi pieza, me hacía un ovillo en mi cama, agarraba mi Super Nintendo y sólo jugaba videojuegos. Eso era lo que más esperaba cada día. Ese momento en mi pieza en que sólo éramos yo y mis videojuegos.

»Entonces empezaron a pasar cosas.

»Mi compañero de habitación era alguien que había elegido al azar para vivir. No era muy agradable. Constantemente se burlaba de mí por jugar videojuegos y me molestaba por no querer ir afuera y compartir con la gente.

»Estaba bien mientras lo ignoraba, pero las cosas empeoraron. Luego de un tiempo, mi compañero de habitación y sus amigos del piso acostumbraron a acosarme y a mofarse de mi forma de vida.

»Por si fuera poco, empezaron a molestarme por ser gay. No soy gay, pensaba. No soy gay. ¿Por qué están burlándose de mí por algo que no es cierto?

»¿Pero y si fuese cierto? Digo, estaba confundido por muchas cosas, y pensar en que pudiese ser gay tal vez fuese una de ellas.

»Para sentirme mejor, volvía a jugar videojuegos. Dejé de concentrarme en mis diseños de montañas rusas al no tener ya la energía para levantarme de la cama. El acoso continuó, eventualmente volviéndose físico. Fue espantoso.

»Tenía miedo incluso de salir de mi dormitorio, y más aún de contarle a alguien lo que estaba sucediendo. Tenía miedo hasta de mencionar la palabra “gay” en la misma oración que mi nombre.

»Hasta hoy, el primer año en la Universidad fue el punto más bajo de mi vida. Pasar por un conflicto tan personal como ver si me sentía cómodo siendo gay ya era bastante duro por sí solo. Tener a unos tipos burlándose de ti al colocar mensajes hirientes por todo el dormitorio y golpeándote cuando pensaban por error que los estabas mirando en las duchas hizo que todo fuera aún más brutal.

»No podía soportarlo. Ahora, nunca consideré hacer lo que algunas personas pueden pensar que consideré. Nunca llegué a ese punto.

»Pero estaba triste. Estaba triste y confundido. Lo suficiente como para hacerme dejar los estudios.

»Fui a casa un fin de semana y nunca más volví. Le conté a mi familia que ya no quería volver a la universidad.

»Comprensiblemente, estaban confundidos. No tenían idea de qué me había estado pasado, así que sólo pensaron que me estaba rindiendo por ningún motivo en particular. Me negué a contarles por lo que había pasado, por el miedo de que me fueran a preguntar si era gay.

»Viví en mi pieza por un tiempo luego de todo esto.

»Viví en mi pieza y me sumergí en mis videojuegos.

»En un punto decidí volver a jugar Final Fantasy VI. Era uno de mis videojuegos favoritos y sabía que la extensión del juego por sí sola me daría una excusa para apartarme a mí mismo de todo lo que estaba pasando en el mundo.

»No tenía idea de cuánto cambiaría mi vida ese juego.

»Me obsesioné jugando.

»Cada pequeña parte del juego significó algo para mí.

»Cuando Terra y sus compañeros marchaban hacia Narshe al principio del juego, caí en trance.

»Me extasié ante determinados personajes del juego. Terra, Celes, Locke, Sabin, Cyan, Setzer, Relm. Cada uno de estos personajes se volvieron casi mis amigos mientras observaba sus historias, tristes y a veces muy trágicas, desplegarse en la pantalla ante mí.

»Sus historias se volvieron mi historia. 

»Aunque el juego entero me hipnotizó, hubo escenas particulares que realmente me afectaron a un nivel muy profundo y personal.

»La casa de la ópera. Cuando Celes cantó su aria, me fue difícil retener las lágrimas.

»El tren fantasma. Fue increíblemente conmovedor cuando Cyan le dio un último adiós a su esposa e hija fallecidas.

»La isla solitaria. Observar a Celes lidiar con el hecho de estar sola y haber perdido a alguien que amaba realmente me impactó. Cuando intentó suicidarse en el juego saltando del barranco, casi no pude soportar verlo. Todo se sintió demasiado real para mí.

»Cada uno de estos momentos tuvo un profundo efecto en mí.

»Ya no estaba jugando un simple videojuego. Estaba experimentando una pieza de arte que lentamente estaba cambiando mi vida para mejor. 

»Cada vez que jugué Final Fantasy VI me sentí mejor respecto a quién era y la situación que estaba viviendo. Empecé a salir de mi depresión al perderme en el mundo del juego. Sonreía cada vez que veía una secuencia con maravillosos gráficos. Cerraba mis ojos y sentía mi corazón latir al ritmo de la maravillosa banda sonora del juego. A cada nueva secuencia que se introducía, pensaba en mi futuro y en la persona que quería ser.

»Había habido muchos videojuegos que me habían hecho feliz a lo largo de los años; ¡por eso amo jugar videojuegos! Pero Final Fantasy VI fue diferente. El juego fue perfecto para mí en ese punto de mi vida.

»No creo que sea descabellado decir que genuinamente me salvó.

»Luego de jugar Final Fantasy VI, empecé a convertirme en la persona que soy hoy.

»Pensé en la gente que me atormentaba en la Universidad. Mientras más pensaba cuánto Final Fantasy VI había significado para mí, y mientras más pensaba en cuántas cosas buenas pueden haber en este mundo, menos me importaban las cosas que me habían hecho. ¿Por qué tendrían que burlarse de mí por jugar videojuegos? ¡Los videojuegos eran fantásticos! ¿Por qué tendrían que abusar físicamente de mí por ser gay? ¡Ser gay era aún mejor!

»¡A la mierda con ellos!

»No puedo precisar el momento exacto que me convertí en esta persona, pero sé que el juego me ayudó a llegar ahí. Tal vez fue cuando Edgar y Sabin lanzaron una moneda para decidir la regencia del reino de su padre. Tal vez fue cuando descubrí por primera vez que podía esperar a Shadow y salvarlo de la muerte en el Continente Flotante. Tal vez fue cuando Setzer lamentó la pérdida de su amada Daryl.

»¡Tal vez no hubo un momento específico! Más bien fue una combinación de cada momento brillante en el juego y mi disposición para que me sostuvieran y abrieran mis ojos a todas las cosas maravillosas del mundo.

»Todo lo que sé es que, cuando terminé de jugar Final Fantasy VI, estaba feliz otra vez.

»Tenía confianza.

»Ya no tenía miedo de ser yo mismo.

»Me inscribí en una nueva escuela con un nuevo foco: escribir.

»Hice muchos amigos.

»Empecé a contarle a la gente que era gay.

»¡ESTABA FUERA DE CONTROL! ¡Y FUE INCREÍBLE!

Final Fantasy VI tuvo un impacto tan positivo en mi vida, que cada vez que escucho una nota del juego o veo un sprite famliar, pienso en el poderoso efecto que tuvo en mí.

»Nunca olvidaré el juego mientras viva. 

»Es por eso que amo tanto los videojuegos. No son sólo piezas de diversión para mí. Ellos me ayudaron a moldearme en la persona que soy hoy. Ellos me tendieron una mano para ayudarme a pasar por los momentos más difíciles y confusos de mi vida. 

»Cuando eventualmente volví a la Universidad, mi transformación estaba completa. Nunca había estado tan feliz. Todos estos años después, aún sigo fuerte. Y los videojuegos son una parte tan importante en mi vida como cualquier otra. Sigo feliz, confiado, y no sólo cómodo, sino orgulloso de la persona que soy.

»¿Hubiese cambiado de esta forma sin Final Fantasy VI? Quizá. ¿Hay alguna posibilidad de que esto sea sólo una coincidencia? ¿Podría haber reemplazado Final Fantasy VI por cualquier cosa en la que hubiera podido adentrarme en el momento? ¿Un buen libro? ¿Una película sorprendente? Tal vez.

»Pero no estoy seguro de que pudiese haber sido lo mismo. Creo que hubo algo mágico en Final Fantasy VI que salvó mi vida. Aún pienso que hay algo mágico en el juego cada vez que me siento a jugarlo.

»Por cierto que es algo especial. 



[*] Columna originalmente publicada bajo el nombre de Oh my hero - How Final Fantas VI saved my life en Destructoid el 2012.

"Oh my hero" es la traducción de Final Fantasy VI en su localización a América para el primer verso de la aria que canta Celes en la escena de la Opera, Aria di Mezzo Carattere, uno de los episodios más memorables en la historia de los RPGs.

Versiones del tema que sugiero:

• Opera scene: la versión original de SNES.

• Opera Aria di Mezzo Caratere: versión en italiano disponible en el disco Final Fantasy VI Grand Finale. 

• Opera Maria and Draco: versión en japonés de la gira Tour de Japón – Music from Final Fantasy (2004).

• Opera Maria and Draco: versión en inglés del disco More friends – Music from Final Fantasy (2006).

[**] Actualmente Chad Concelmo trabaja como escritor para Nintendo (!) [1] 

3 potion(s) :

  1. Primero que todo, ¡felicitaciones por haber vuelto a LNdlRPGs! Echaba de menos leer tus columnas ;)

    Ahora, ¿qué se puede decir después de esta tremenda confesión/vivencia? Quedé realmente sorprendido por la pasión que tanto tú como Chad demuestran hacia los RPGs, la que siente tan cercana a mi propia visión de las historias en cualquiera de sus formatos.

    Definitivamente, es siempre un placer pasarme por acá.

    ¡Saludos!

    F.

    P. S.: El diseño se ve genial :D

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  2. Buena redacción y un tema interesante. Si te soy sincera, me gusta mucho (y hablas del Final Fantasy *^*). ¡Te sigo!

    Un saludo, Ámbar Genevé.
    http://piensoluegoescribounaimagenunrelato.blogspot.be/

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  3. Me gustaria saber que juegos te han dejado memorias o experiencias como los que ejemplificas en el post.
    Para mi Final Fantasy VI es uno de los mejores juegos, una gran y solida historia y personajes muy profundos, el evento de la casa de la opera es memorable. De esas escenas que no te esperas encontrar en un videojuego, creo que igual de sorprendente como les paso a muchos en Final Fantasy VII con Aeris.
    Lo curioso en mi caso es que nunca he podido terminar FF VI a pesar de haberlo jugado mas de 3 veces en mi vida, siempre me sale algo y termino dejando y perdiendo el avance de lo que habia hecho. Espero algun dia poder terminarlo, aunque ahora los deberes de la vida de adulto se me imponen y eso me ha dejado con menos tiempo libre para ello.
    Ahora me siento casi como Celes despues del continente flotante, solitario o perdido, buscando un sitio donde compartir las experiencias que me dejaron estos grandes juegos y conocer las de los demas...

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Cada vez que comentas, suena una fanfarria de victoria en mi cabeza :)