martes, 5 de noviembre de 2013

Columna: Los videojuegos no fomentan la lectura, son lectura



Sobre la necesidad de trascender la visión didáctica de los videojuegos en el contexto de aula y adentrarse en su narrativa.   

Retomo las ya esporádicas publicaciones en La Narrativa de los RPGs con un anuncio que muchos de mis lectores más cercanos ya conocen: mi columna "Los videojuegos también son literatura" ha sido publicada en el sitio Cuatro Gatos, uno de los más importantes de literatura infantil en lengua hispana. Puedes leer la introducción del comité al artículo aquí (es breve y quedó ¡tan! bonita) y el artículo entero aquí.

El hecho de que un espacio de estas características haya aceptado publicar con entusiasmo un texto tan personal y tan polémico como ese, y que además el público lo haya acogido bien (como me comentaron los propios integrantes del comité por mail) me ha dejado muy feliz y esperanzada respecto a los objetivos de este espacio

A continuación compartiré algunas palabras respecto a las circunstancias que me motivaron a escribir la columna y uno de mis temores en cuanto a una visión positiva de los videojuegos centrada exclusivamente en la didáctica o en sus aspectos funcionales. Todo, por supuesto, para insistir en mi visión personal de los videojuegos en general y de los RPGs en particular como medios narrativos de gran potencial estético.

Para nadie interesado en los videojuegos más allá de su dimensión lúdica debiera ser una sorpresa que, de un tiempo a esta parte, han surgido diversas iniciativas que han intentado redimir su percepción social. Sin embargo, concordarán conmigo en que éstas, sobre todo desde un ámbito hispánico, son bastante restringidas aún. En su mayoría, de hecho, suelen orientarse hacia el aspecto didáctico de los videojuegos

Esto, por sí solo, no es para nada malo. Sin duda hay buenas intenciones al momento de querer acercar a niños y jóvenes a los contenidos y habilidades de determinada asignatura de una forma amena para ellos, aprovechando sus conocimientos previos y procurando potenciar su aprendizaje significativo. 


Sin embargo, emplear los videojuegos como una herramienta para conseguir esto es muy riesgoso


El sistema educativo tradicional es tremendamente impositivo, cruel y alienante: eso lo sabe cualquier persona que haya pasado por él, y más aún quienes hemos sido a la vez estudiantes y docentes. Para muchos jóvenes, los videojuegos son espacio de diversión, pero también, implícitamente, de formación y de insurrección contra la rigidez escolar. Que de pronto estos chicos vean cómo sus profesores los extraen de su contexto íntimo y los usan como herramientas pedagógicas, podría resultar bastante desconcertante. Si a eso le sumamos que, en general, los profesores no tienen un conocimiento demasiado profundo del mundo de los videojuegos, sino -con suerte- de su propia disciplina, la situación podría terminar generando más rechazo hacia el aprendizaje.


En ese sentido, curiosamente, la situación no se diferencia mucho de la que sucede con la literatura infantil en los planes lectores de diversos países, y en especial en Chile. En nuestro contexto nacional, se sigue concibiendo a las obras literarias infantiles como herramientas para desarrollar habilidades lingüísticas básicas, transmitir valores apelmazados (en los que ni los adultos creen ya, dicho sea de paso) y, en suma, brutalizar la imaginación, el sentido estético y el embrión de lectura crítica en los más pequeños.


Por supuesto que estos libros son aburridos, porque son falsos. Y por supuesto, por contraste, que los videojuegos suelen parecer mucho más entretenidos para ellos, porque efectivamente lo son. Suponen una experiencia de inmersión mucho más completa que una historia domesticada, sin eludir además temas complejos. Es cierto que, como en la literatura, existen temas poco adecuados para determinadas edades, pero para eso existe desde hace bastante tiempo categorizaciones etarias y temáticas (como la ESRB americana o la PEGI europea) que informan a cada comprador qué tipo de juego está adquiriendo y desde qué edad en adelante es aconsejable jugarlo. A su modo, creo que es bastante más útil que las coloridas imposiciones de determinan algunas editoriales infantiles, más para dosificar ventas por niveles escolares antes que por atender a las características de cada etapa de la niñez.


Personalmente creo que un docente no debería cerrarse ante las nuevas narrativas, y por "cerrarse" entiendo también instrumentalizarlas sólo para potenciar las tradicionales, las literarias. Creo también que un docente, sobre todo de Lenguaje, debiera disfrutar o por lo menos conocer estas nuevas narrativas. Considero una irresponsabilidad tremenda, por ejemplo, citar determinado videojuego como representación de un tipo de mundo, cuando nosotros mismos no nos hemos aventurado jamás en ese universo ficticio. ¿Puede alguien enseñar algo que en verdad no conoce, ni ha sentido? ¿Puede creer un estudiante, sobre todo un niño, en las palabras de quien se atreve a profanar su historia favorita? Yo creo que no, que no debiera ser así, además.

Y creo que, así como existe un mediador de lectura, debiera existir un mediador de videojuegos. Alguien que fomente la lectura placentera y a la vez crítica de diversos títulos, tomando en cuenta las preferencias estéticas y lúdicas de cada videojugador. Alguien, asimismo, que oriente a padres y educadores contra la ignorancia y el prejuicio, mostrándole distintas maneras en que puedan compartir el juego con hijos o estudiantes, o bien, simplemente formarlos para entender y valorar estos formatos narrativos como cualquier otro.

Porque pienso que los videojuegos son algo más que un medio de entretención y, desde luego, mucho más que una herramienta pedagógica. 

Los videojuegos que más me gustan son los que cuentan buenas historias y que lo hacen bien. Quien no guste de leer, oír o vivir historias, jamás podrá entenderlo, y es un hecho que nuestras aulas están llenas de profesores de lenguaje que simplemente no disfrutan leyendo. Afortunadamente, estas mismas aulas suelen estar también llenas de videojugadores. Tal vez la mayoría sólo juegue Call of Duty, Skyrim o títulos semejantes, de la misma forma en que hay gente que sólo lee novelas de Dan Brown o 50 sombras de Grey: y está bien; a fin de cuentas en una mediación no debería haber juicios ni sanciones de ningún tipo ante la preferencia personal. Pero la verdad es que a mí no me interesan en absoluto ni estos juegos ni la gente que los juega, al menos para compartir determinados asuntos de imaginarios.

Prefiero pensar en esos niños y jóvenes que descubren por primera vez, por ejemplo, un RPG clásico. Quiero imaginarme su desconcierto al darse cuenta de que están maravillados y totalmente inmersos en ellos a pesar de los gráficos en baja resolución, que sienten más sinceros y creíbles ese hatajo de pixeles o polígonos dentados que muchas personas superficiales y falsas; en fin, que están viviendo un verdadero desafío y una verdadera aventura.

Porque entonces sentiré que el acto de seleccionar New Game y abrir una novela son parte del mismo ritual para ingresar a una historia.



Enlaces sugeridos


• Mi columna en Cuatro Gatos: "Los videojuegos también son literatura".


Un breve texto en que critico la visión sesgada de padres, educadores y mediadores de lectura hacia los videojuegos. Para ello, los analizo a grandes rasgos (principalmente el género de los RPGs) como medios narrativos y, finalmente, recurro a mi experiencia personal como lectora y videojugadora al momento de encontrar la motivación para escribir mis propias historias.


• Blog Videogames as Literature:  http://videogameliterature.blogspot.com/ 

Blog de análisis de videojuegos que, en opinión de su autora (Kirsten Rodning), podrían considerarse de mérito literario.

sábado, 29 de junio de 2013

Columna: Los RPGs como reflejo de vida


Sobre cómo los videojuegos nos confrontan ante la realidad y nos ayudan a sanar, en lugar de sólo fomentar el escapismo.     

¿Por qué jugamos videojuegos? ¿Alguna vez se han hecho esa pregunta, que parece tan simple y obvia? 

Yo, al menos, nunca me la había hecho con tanta rotundidad sino hasta hace unos pocos años, cuando me dediqué a escarbar en mí en busca de aquello que sólo los videojuegos me podían entregar. Este cuestionamiento y puesta en escena de una pregunta como ésta surgió ante un motivo particular: mi escaso tiempo ahora que me he integrado —más o menos— a lo que se conoce como vida adulta. Entre el trabajo, la supervivencia y la escritura de mis proyectos personales ya casi no me quedan horas para sentarme ante un videojuego como antes (ni, de hecho, para actualizar este sitio muy seguido). 

Sí, es cierto que a veces, sobre todo en momentos de estrés o desesperación, juego Super Buster Bros, Super Punch Out! o hasta al Stepmania. Pero los motivos por los que acudo a estos juegos son muy distintos a aquellos que, entre otras cosas, me llevaron a iniciar este blog. Con los juegos aludidos anteriormente, busco divertirme, distraerme, pasar un rato agradable. Es la esencia tradicional de un videojuego, ¿no? El ludismo, la necesidad del ser humano de entretenerse. Similar al goce por la lectura, se dijera, que está a tan mal traer en los planes escolares y en la mentalidad de las personas, como mencionara en la presentación de este sitio

Pero hay algo más. Ahora que estoy tan escasa de tiempo, echo muchísimo de menos, igual a como echo de menos tenderme en la cama a leerme 200 páginas de un tirón de un libro que me guste, el hecho de tenderme en esa misma cama a echarme 3 horas seguidas en uno de los RPGs de mis amores. Recuerdo con nitidez algunas de mis experiencias más memorables, por el grado de inmersión que me provocaron en su oportunidad: el enfrentamiento contra Yaridovich en Super Mario RPG, el rostro iluminado de Aeris al inicio de Final Fantasy 7, la puñalada a Kid en Chrono Cross, el primer par de horas de Final Fantasy 9... ¡En fin! Tantos episodios que podrían llenar párrafos enteros de nostalgia. 

El punto es el siguiente: la inmersión de la que hablo no tiene que ver con esta distracción aludida anteriormente. No me estoy distrayendo en realidad: estoy contemplando mis propias experiencias de vida bajo la forma de una narrativa audiovisual. Pero, a la vez, es más que eso: mis acciones y decisiones a través de un joystick o teclado hacen progresar esta narrativa, haciéndome partícipe de una historia a un nivel quizá aún mayor que el que podría alcanzarse en la literatura convencional. 

He pensado mucho en esto también a propósito del lanzamiento de Cuentos Chilenos de Fantasía: Antología 2010-2012, compilación de relatos de Fantasía Austral. En su presentación, tuve que hablar cómo me había iniciado en la Fantasía en general, antes de abocarme a la Fantasía en la literatura, por lo que naturalmente tuve que volver sobre mis pasos como videojugadora. En ese viaje al pasado, recordé de pronto hasta qué punto los videojuegos, y en especial los RPGs, me habían fascinado por algo más que por darme horas y horas y horas de entretención: por su capacidad de reflejar mi propia existencia en sus conflictos y argumentos, a un nivel que rara vez encontraba incluso en los libros.

Y recordé entonces, casi de golpe, en este período particularmente complicado de mi vida, hasta qué punto estas historias habían ayudado a formarme como la mujer que soy hoy (para bien y para mal). En el fondo, asumí al fin, lo que echo de menos de poder tenderme a jugar RPGs no es sólo pasarlo bien, porque puedo pasarlo bien de muchas formas distintas, sino sumergirme estas historias para encontrar en ellas el reflejo de mis vivencias y así regresar a mi realidad con una visión distinta de lo que estoy pasando. Exactamente la misma razón por la que leo y escribo, sólo que desde otro soporte. Las historias son mi razón de mi vida, podría decirse. 

Casi como una confluencia de factores, buscando algo que ya no recuerdo pero que tenía que ver con RPGs y, por extensión, con mis propósitos de reflotar La Narrativa de los RPGs, di con una columna tremendamente visceral sobre Final Fantasy 6 que expresaba casi lo mismo que he explicado en estas líneas, a partir de un testimonio personal que en muchos puntos se acercaba a lo que yo había vivido alguna vez

El texto me impactó mucho. Me hizo rememorar que, aunque estaba completamente sola en este Viaje y que seguramente siempre lo estaría, había otras personas dispersas en el mundo que se sentían o habían sentido como yo, aunque nunca fuera a conocerlas ni ellas a mí. Casi como leer a un escritor ya fallecido y emocionarte con un texto que fue escrito antes de que nacieras. Por este motivo, quisiera compartir acá la traducción que hice de esta columna de Chad Concelmo, ex miembro del sitio Destructoid. Quizá se sienta rara en su lectura porque intenté, dentro de lo posible, mantenerme fiel a la expresión de su autor, preservando reiteraciones y construcciones que no quedan del todo bien en español, pero supongo que se entenderá en su esencia. 

Sólo quisiera terminar esta extensa introducción señalando que, cuando alguien es capaz de escribir lo que escribió Chad, me siento más tranquila dentro de mi soledad. Casi feliz... y orgullosa de jugar videojuegos. 

Oh, mi héroe [*] 

—Por Chad Concelmo [**]

»Este es el artículo más personal que he escrito para Destructoid

»Al principio, me sentía nervioso por compartir tanto de mi vida. 
Pero entonces comprendí que esta es una historia que realmente quería contar. Pensé que si esta experiencia tan personal podía inspirar al menos a una persona o ayudar a hacerle la vida mejor a alguien, valdría la pena.

»Esta es una historia sobre una parte muy confusa de mi vida y sobre cómo un videojuego en particular cambió por completo todo para mejor.

»Este es una historia sobre cómo Final Fantasy VI salvó mi vida. Es difícil creer por mi personalidad ridículamente optimista, pero solía ser un niño increíblemente tímido. Tenía algunos amigos cuando era muy joven, pero cuando llegué a la enseñanza media, era una persona solitaria. Me quedaba en mi pieza y hacía dos cosas: dibujar imágenes de montañas rusas y jugar videojuegos. Esas eran las dos únicas actividades que me hacían feliz.

»No tuve una infancia particularmente triste ni nada de eso. Hay muchos niños que en verdad pasan por cosas difíciles. Yo tuve excelentes padres, fui a una buena escuela y obtenía calificaciones muy buenas. Tan sólo era muy callado y realmente no tenía ningún amigo.

»Pero, fuera de esto, sabía que algo más estaba pasando en mí. Había algo que me confundía y que no podía entender.

»Luego de pasar por la enseñanza media, empecé la universidad. Realmente quería ser un diseñador de montañas rusas, así que fui a una universidad de gran prestigio en mi estado natal de Carolina del Norte.

»Estaba nervioso de empezar la universidad, como todos, pero sabía que mientras tuviera mi croquera y mi Super Nintendo, estaría bien.

»La universidad fue un mundo completamente diferente para mí. Tenía que ser más sociable. Tenía que interactuar con un grupo gigante de gente que nunca antes había frecuentado a un nivel con el que no me sentía cómodo.

»Pero salí del paso. Hice lo que tenía que hacer. Asistí a mis cátedras, tomé notas y pasé el rato con un pequeño grupo de personas muy agradables en el almuerzo o entre clases.

»Cuando estaba en mi pieza, me hacía un ovillo en mi cama, agarraba mi Super Nintendo y sólo jugaba videojuegos. Eso era lo que más esperaba cada día. Ese momento en mi pieza en que sólo éramos yo y mis videojuegos.

»Entonces empezaron a pasar cosas.

»Mi compañero de habitación era alguien que había elegido al azar para vivir. No era muy agradable. Constantemente se burlaba de mí por jugar videojuegos y me molestaba por no querer ir afuera y compartir con la gente.

»Estaba bien mientras lo ignoraba, pero las cosas empeoraron. Luego de un tiempo, mi compañero de habitación y sus amigos del piso acostumbraron a acosarme y a mofarse de mi forma de vida.

»Por si fuera poco, empezaron a molestarme por ser gay. No soy gay, pensaba. No soy gay. ¿Por qué están burlándose de mí por algo que no es cierto?

»¿Pero y si fuese cierto? Digo, estaba confundido por muchas cosas, y pensar en que pudiese ser gay tal vez fuese una de ellas.

»Para sentirme mejor, volvía a jugar videojuegos. Dejé de concentrarme en mis diseños de montañas rusas al no tener ya la energía para levantarme de la cama. El acoso continuó, eventualmente volviéndose físico. Fue espantoso.

»Tenía miedo incluso de salir de mi dormitorio, y más aún de contarle a alguien lo que estaba sucediendo. Tenía miedo hasta de mencionar la palabra “gay” en la misma oración que mi nombre.

»Hasta hoy, el primer año en la Universidad fue el punto más bajo de mi vida. Pasar por un conflicto tan personal como ver si me sentía cómodo siendo gay ya era bastante duro por sí solo. Tener a unos tipos burlándose de ti al colocar mensajes hirientes por todo el dormitorio y golpeándote cuando pensaban por error que los estabas mirando en las duchas hizo que todo fuera aún más brutal.

»No podía soportarlo. Ahora, nunca consideré hacer lo que algunas personas pueden pensar que consideré. Nunca llegué a ese punto.

»Pero estaba triste. Estaba triste y confundido. Lo suficiente como para hacerme dejar los estudios.

»Fui a casa un fin de semana y nunca más volví. Le conté a mi familia que ya no quería volver a la universidad.

»Comprensiblemente, estaban confundidos. No tenían idea de qué me había estado pasado, así que sólo pensaron que me estaba rindiendo por ningún motivo en particular. Me negué a contarles por lo que había pasado, por el miedo de que me fueran a preguntar si era gay.

»Viví en mi pieza por un tiempo luego de todo esto.

»Viví en mi pieza y me sumergí en mis videojuegos.

»En un punto decidí volver a jugar Final Fantasy VI. Era uno de mis videojuegos favoritos y sabía que la extensión del juego por sí sola me daría una excusa para apartarme a mí mismo de todo lo que estaba pasando en el mundo.

»No tenía idea de cuánto cambiaría mi vida ese juego.

»Me obsesioné jugando.

»Cada pequeña parte del juego significó algo para mí.

»Cuando Terra y sus compañeros marchaban hacia Narshe al principio del juego, caí en trance.

»Me extasié ante determinados personajes del juego. Terra, Celes, Locke, Sabin, Cyan, Setzer, Relm. Cada uno de estos personajes se volvieron casi mis amigos mientras observaba sus historias, tristes y a veces muy trágicas, desplegarse en la pantalla ante mí.

»Sus historias se volvieron mi historia. 

»Aunque el juego entero me hipnotizó, hubo escenas particulares que realmente me afectaron a un nivel muy profundo y personal.

»La casa de la ópera. Cuando Celes cantó su aria, me fue difícil retener las lágrimas.

»El tren fantasma. Fue increíblemente conmovedor cuando Cyan le dio un último adiós a su esposa e hija fallecidas.

»La isla solitaria. Observar a Celes lidiar con el hecho de estar sola y haber perdido a alguien que amaba realmente me impactó. Cuando intentó suicidarse en el juego saltando del barranco, casi no pude soportar verlo. Todo se sintió demasiado real para mí.

»Cada uno de estos momentos tuvo un profundo efecto en mí.

»Ya no estaba jugando un simple videojuego. Estaba experimentando una pieza de arte que lentamente estaba cambiando mi vida para mejor. 

»Cada vez que jugué Final Fantasy VI me sentí mejor respecto a quién era y la situación que estaba viviendo. Empecé a salir de mi depresión al perderme en el mundo del juego. Sonreía cada vez que veía una secuencia con maravillosos gráficos. Cerraba mis ojos y sentía mi corazón latir al ritmo de la maravillosa banda sonora del juego. A cada nueva secuencia que se introducía, pensaba en mi futuro y en la persona que quería ser.

»Había habido muchos videojuegos que me habían hecho feliz a lo largo de los años; ¡por eso amo jugar videojuegos! Pero Final Fantasy VI fue diferente. El juego fue perfecto para mí en ese punto de mi vida.

»No creo que sea descabellado decir que genuinamente me salvó.

»Luego de jugar Final Fantasy VI, empecé a convertirme en la persona que soy hoy.

»Pensé en la gente que me atormentaba en la Universidad. Mientras más pensaba cuánto Final Fantasy VI había significado para mí, y mientras más pensaba en cuántas cosas buenas pueden haber en este mundo, menos me importaban las cosas que me habían hecho. ¿Por qué tendrían que burlarse de mí por jugar videojuegos? ¡Los videojuegos eran fantásticos! ¿Por qué tendrían que abusar físicamente de mí por ser gay? ¡Ser gay era aún mejor!

»¡A la mierda con ellos!

»No puedo precisar el momento exacto que me convertí en esta persona, pero sé que el juego me ayudó a llegar ahí. Tal vez fue cuando Edgar y Sabin lanzaron una moneda para decidir la regencia del reino de su padre. Tal vez fue cuando descubrí por primera vez que podía esperar a Shadow y salvarlo de la muerte en el Continente Flotante. Tal vez fue cuando Setzer lamentó la pérdida de su amada Daryl.

»¡Tal vez no hubo un momento específico! Más bien fue una combinación de cada momento brillante en el juego y mi disposición para que me sostuvieran y abrieran mis ojos a todas las cosas maravillosas del mundo.

»Todo lo que sé es que, cuando terminé de jugar Final Fantasy VI, estaba feliz otra vez.

»Tenía confianza.

»Ya no tenía miedo de ser yo mismo.

»Me inscribí en una nueva escuela con un nuevo foco: escribir.

»Hice muchos amigos.

»Empecé a contarle a la gente que era gay.

»¡ESTABA FUERA DE CONTROL! ¡Y FUE INCREÍBLE!

Final Fantasy VI tuvo un impacto tan positivo en mi vida, que cada vez que escucho una nota del juego o veo un sprite famliar, pienso en el poderoso efecto que tuvo en mí.

»Nunca olvidaré el juego mientras viva. 

»Es por eso que amo tanto los videojuegos. No son sólo piezas de diversión para mí. Ellos me ayudaron a moldearme en la persona que soy hoy. Ellos me tendieron una mano para ayudarme a pasar por los momentos más difíciles y confusos de mi vida. 

»Cuando eventualmente volví a la Universidad, mi transformación estaba completa. Nunca había estado tan feliz. Todos estos años después, aún sigo fuerte. Y los videojuegos son una parte tan importante en mi vida como cualquier otra. Sigo feliz, confiado, y no sólo cómodo, sino orgulloso de la persona que soy.

»¿Hubiese cambiado de esta forma sin Final Fantasy VI? Quizá. ¿Hay alguna posibilidad de que esto sea sólo una coincidencia? ¿Podría haber reemplazado Final Fantasy VI por cualquier cosa en la que hubiera podido adentrarme en el momento? ¿Un buen libro? ¿Una película sorprendente? Tal vez.

»Pero no estoy seguro de que pudiese haber sido lo mismo. Creo que hubo algo mágico en Final Fantasy VI que salvó mi vida. Aún pienso que hay algo mágico en el juego cada vez que me siento a jugarlo.

»Por cierto que es algo especial. 



[*] Columna originalmente publicada bajo el nombre de Oh my hero - How Final Fantas VI saved my life en Destructoid el 2012.

"Oh my hero" es la traducción de Final Fantasy VI en su localización a América para el primer verso de la aria que canta Celes en la escena de la Opera, Aria di Mezzo Carattere, uno de los episodios más memorables en la historia de los RPGs.

Versiones del tema que sugiero:

• Opera scene: la versión original de SNES.

• Opera Aria di Mezzo Caratere: versión en italiano disponible en el disco Final Fantasy VI Grand Finale. 

• Opera Maria and Draco: versión en japonés de la gira Tour de Japón – Music from Final Fantasy (2004).

• Opera Maria and Draco: versión en inglés del disco More friends – Music from Final Fantasy (2006).

[**] Actualmente Chad Concelmo trabaja como escritor para Nintendo (!) [1]